El consumo de marihuana tanto a nivel nacional como mundial es un fenómeno creciente e imparable. Es por esto que tanto Chile como otros países que buscan insertarse en el mundo moderno, deben comenzar a analizar sus políticas referentes al tema de una manera realista, pragmática y libertaria.
El legalizar el consumo de marihuana en Chile ayudaría a terminar con dañinos comercios ilegales, la sobre valoración de ésta, el ambiente de innecesaria clandestinidad que gira entorno al consumo, la creación de distinciones entre drogas blandas y duras. Esto entregaría a los ciudadanos el derecho a consumir una droga que si bien causa daños a la salud, no lo hace de mayor manera que el alcohol, el tabaco y otros vicios en que incurren diariamente los chilenos. El número de personas, especialmente jóvenes, que están de acuerdo con la legalización de la marihuana es grande y va en aumento, pero contrastado con el poder de sectores conservadores, ni siquiera permite que el tema gatille un debate serio y representativo.
La legalización de la marihuana en el futuro es un hecho, y tal como hoy se ve la pasada ilegalidad del alcohol como una medida represiva y anticuada, veremos como en el futuro la ilegalidad de la marihuana será vista de igual manera. Muchos de los que tomarán las decisiones en el país de mañana, serán los que hoy la fuman, o que simplemente no ven en el consumo de ella un motivo de ilegalidad. La creación del primer coffe shop en Ámsterdam, el Mello Yellow, fue en 1973; y actualmente en Holanda existen más de 800 coffe shops. Si bien estos establecimientos no están autorizados para promocionar la venta de marihuana, drogas duras y permitir la entrada de menores de 18 años, sí pueden vender hasta cinco gramos de marihuana por persona y proveer un espacio para su consumo.
En Holanda el uso de drogas se basa en dos principios: primero que este no es visto como un asunto criminal, sino como un asunto de la salud, simultáneamente aplicando un estricto y agresivo control en contra del crimen organizado; y en segundo lugar se hace una clara distinción entre drogas blandas y duras, lo que ayuda a separar los mercados bajo la teoría que los usuarios de drogas blandas son menos proclives a probar drogas duras. Ésta es una política pragmática, ya que la mayoría de los legisladores en Holanda creen que sí un problema es claramente imparable, es mejor controlarlo que seguir implementando reglas que no logran ningún objetivo claro. Los principios que fundamentan estas políticas hoy en día, son usados por diferentes gobiernos alrededor del mundo y han influenciado fuertemente las políticas actuales en países como Alemania, Bélgica y otros países de la Unión Europea y Occidente. Gracias a la propuesta 213 en California y políticas progresistas en Oregon, el consumo de marihuana con fines médicos es legal y el futuro en que el consumo puede llegar a ser legal en ciertos estados no esta muy lejano. Mientras tanto en Chile los objetivos son diferentes: Prevenir, evitar y disminuir el consumo de drogas. Una equívoca política ciegamente represiva que ignora el creciente consumo responsable en el país y mete erróneamente a la marihuana en el mismo saco con drogas como la cocaína, el éxtasis y la pasta base. De acuerdo a estudios recientes, el número de adictos a las drogas duras en Holanda es bajo comparado con el resto de Europa, especialmente con Francia, El Reino Unido, España y Estados Unidos. En nuestro país y de acuerdo a datos entregados por el gobierno, la edad de inicio en el consumo de marihuana es de 17 años, una mujer por cada tres hombres consume marihuana y un 15% de los jóvenes entre 13 y 18 años ha consumido marihuana en el último año. El último informe entregado por la ONU revela que el 5% de la población mundial entre 15 y 64 años ha consumido drogas en los últimos 12 meses, y la marihuana sigue siendo la droga más consumida a nivel mundial. Un principio importante de destacar es de la oferta y la demanda. Partiendo de la base que la guerra contra la marihuana es un caso perdido, es importante destacar que mientras más alto es el precio del kilo de marihuana, más alta es la demanda, lo que, en un ambiente de ilegalidad, gatilla un comercio ilegal gigante transformando también el abuso en algo mas atractivo.
De acuerdo a la CONACE, el 97% de la marihuana que ingresa al Chile es de procedencia paraguaya. El kilo de marihuana cosechada tiene un costo de 10 dólares, prensada 50 dólares, su venta en la frontera paraguaya es de 100 dólares y en Chile esta cantidad se vende alrededor de 600 dólares (300 mil pesos chilenos). La cantidad consumida en Chile es de 10.2 toneladas y un gasto anual de MM$30.132. Esto se traduce a que el consumidor de marihuana en promedio gaste $10.713 al mes en consumo. Es evidente que tanto los consumidores como los proveedores están protagonizando una sobre valoración que se produce exclusivamente por su carácter ilegal y acarrea consigo obscuras prácticas de tráfico que van de la mano con otros actos delincuentes. El problema es que los lugares donde esta se consigue son inseguros, a costos por sobre la realidad y mezclados con productos muchas veces tóxicos y muy dañinos para la salud. El debate en torno a la legalización no debe ser visto con malos ojos, ya que es un fenómeno que no porque sea ignorado y repudiado por ciertos sectores de la sociedad, debe ser ignorado por el país. Las políticas referentes a este tema tienen que ser elaboradas de manera progresiva y realista, para que así la sociedad se prepare para abordar este tema de una manera integral y acorde con lo que pasa tanto en el mundo como en el país.
Escrito por Eduardo Vergara Bolbaran, Cientista Político University of Pórtland, EEUU Columnista del Diario La Segunda Estudiante Master en Ciencia Política, California State University Long Beach Investigador Visitante, Instituto de Iberoamérica y Portugal, Universidad de Salamanca eduardo@ooz.net